Soñando...
El polvo se levanta.
Soñando con la brisa del estío
entre las vides moradas de los campos
y los dorados sarmientos.
Las puertas cerradas en los caseríos
bajo la sombra del olivo.
Soñando entre la polvareda
y los espinos.
Tañido de campanas
en la tarde
que se tiñe de melancolía.
Solitario, busco a Dios
en la luz que espejea
sobre los caminos.
Una mano desciende desde el cielo.
¿Es Leonor?
¡Cuántos versos van cantando
unos niños que corren por las eras,
cantares de una España herida
por todas sus riberas!
Soñando tomo tu mano, compañera
y corto para ti las últimas rosas estivales,
agostadas, casi secas.
Soñando...
miro como España
está muriendo
y se alejan las cigüeñas
con las nubes otoñales.
Dame tu mano
para consuelo de mi pena.
Quisiera cantar y no puedo.
Cantares en las voces infantiles vuelan,
vuelan los ecos de las fuentes,
del viento y de la tierra.
Leonor, soy un olmo viejo y seco
que quiere verdecer en tus brazos
como la más fina hierba.
Los caseríos se abren.
Respiro la brisa fresca.
Yo voy soñando caminos,
y tú estás conmigo.
Leonor, ¿es tu rostro el que ilumina el paisaje
mientras se oscurecen las sierras?
Soñando,
soñando... el azul se va cubriendo de estrellas.
Irel Faustina Bermejo.
y los dorados sarmientos.
Las puertas cerradas en los caseríos
bajo la sombra del olivo.
Soñando entre la polvareda
y los espinos.
Tañido de campanas
en la tarde
que se tiñe de melancolía.
Solitario, busco a Dios
en la luz que espejea
sobre los caminos.
Una mano desciende desde el cielo.
¿Es Leonor?
¡Cuántos versos van cantando
unos niños que corren por las eras,
cantares de una España herida
por todas sus riberas!
Soñando tomo tu mano, compañera
y corto para ti las últimas rosas estivales,
agostadas, casi secas.
Soñando...
miro como España
está muriendo
y se alejan las cigüeñas
con las nubes otoñales.
Dame tu mano
para consuelo de mi pena.
Quisiera cantar y no puedo.
Cantares en las voces infantiles vuelan,
vuelan los ecos de las fuentes,
del viento y de la tierra.
Leonor, soy un olmo viejo y seco
que quiere verdecer en tus brazos
como la más fina hierba.
Los caseríos se abren.
Respiro la brisa fresca.
Yo voy soñando caminos,
y tú estás conmigo.
Leonor, ¿es tu rostro el que ilumina el paisaje
mientras se oscurecen las sierras?
Soñando,
soñando... el azul se va cubriendo de estrellas.
Irel Faustina Bermejo.
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